Benedykt Polak - primer viajero polaco

Elaboración: doctor con habilitación Jerzy Tulisow

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En cuanto a la categoría de «conocidos desconocidos», Benedykt Polak parece ser un ejemplo perfecto. ¿Acaso alguien en Polonia no ha ido hablar de «primer viajero polaco», el predecesor de Marco Polo, el temerario quien viajó hasta las tierras de los crueles mongoles, llamados también, tártaros? En nuestro país hay calles que llevan el nombre de Benedykt Polak, se realizan programas de televisión y se escriben libros y artículos sobre su vida. ¡Y no es todo! La feria de Łęczyca lleva su nombre. Este humilde monje se ha convertido en el héroe de la cultura de masas, pero al mismo tiempo se niega a revelarnos sus secretos. Como si se tratara de un agente secreto con experiencia, profesionalmente precavido… ¿Será la razón por la que lo llaman «James Bond medieval»?

No exageremos. Benedykt, tal como lo conoce la historia, no fue ningún Bond. No utilizaba artilugios que disparaban, no bebía copas y no mantenía sus logros en secreto. Todo lo contrario: se los contaba a todos los que quisieran escuchar. El hecho de que hoy en día nos parezca tan misterioso se debe al paso del tiempo. Siglos después, quedan muy pocos rastros de Benedykt, y los que han sobrevivido están siendo arrasados por los investigadores aficionados. Uno de ellos escribió que nuestro Bond había llegado a Karakórum, el segundo que, lo cual se corresponde a la verdad, que había alcanzado Syra Orda, mientras que el tercero afirmó que había llegado a Syra Orda en Karakórum. Después de todo, ¿qué diferencia hay?

Dado que la literatura popular dedicada a Benedykt a menudo no hace más que oscurecer la cuestión, vale la pena apoyarse en las fuentes a la hora de esbozar su retrato. Que nuestra información sea escasa, pero bien verificada. Lamentablemente, tendremos que aceptar que haya cosas que no averiguaremos nunca.

Primeros años de vida

Puede suponerse que Benedykt Polak nació a principios del siglo XIII en el territorio de uno de los principados polacos creados durante la época de la fragmentación feudal, de ahí que lo conocemos como Polak (polaco). Su lugar de nacimiento pudo haber sido, por ejemplo, Wrocław, pero no está confirmado. Si hoy se le llama con frecuencia Benedykt de Wrocław es porque emprendió su viaje histórico desde la ciudad a la orilla del río Oder.

Otra cosa desconocida, o al menos incierta, es cómo se llamaba. Y no se trata del apellido, ya que en aquella época nadie lo tenía en Polonia, pero del nombre. Hay dos posibilidades: el nombre Benedykt lo obtuvo al ser bautizado o años después, al ingresar al convento. Como se ha mencionado, Benedykt fue monje y más concretamente, franciscano. Sin embargo, tampoco se sabe cuándo se convirtió en monje. Según algunas fuentes escrita, ocurrió después de 1236, porque esta es la fecha en que los franciscanos aparecieron en Polonia. ¿Pero tal vez nuestro compatriota hubiera hecho sus votos en otro lugar, por ejemplo, en Chequia? En este caso podría haberse hecho monje antes. Por cierto, esto podría explicar la falta de rastros de conocimiento previo con los mongoles en su relato. Puede que ya no estuviera en Legnica en 1241.

¿Cómo llegó a las páginas de la historia?

Hay, por supuesto, muchas más cosas sobre Benedykt que ignoramos. Algunas de ellas se analizarán más adelante. Por ahora, sin embargo, hay que explicar por qué llegó a las páginas de la historia. Se sabe que esto tuvo que ver con la invasión mongola a Europa (1236–1241). En su transcurso, los mongoles conquistaron Rutenia, asolaron Hungría y Polonia y llegaron hasta Dalmacia, sembrando el miedo en los países de Occidente. Es cierto que se retiraron rápidamente de Europa Central, pero su nueva invasión parecía ser sólo cuestión de tiempo. Alguien en Europa tenía que encargarse de la seguridad común. El papa Inocencio IV asumió este papel. El sabio papa comprendió que, antes de tomar posibles medidas militares, había que recurrir a la diplomacia: intentar convencer a los nuevos vecinos que cesaran sus incursiones, o dirigieran su impulso hacia otra parte y, sobre todo, intentar conocerlos, ya que hasta entonces solo habían circulado vagos rumores sobre ellos. El papa confió la tarea de llegar a los mongoles a los franciscanos y dominicos. Se trataba de órdenes nuevas, creadas específicamente para operar «en la periferia» de la Iglesia, entre todo tipo de excluidos, herejes y disidentes. Por lo tanto, la misión entre los mongoles formaba parte en cierto modo de sus actividades estatutarias.

La misión franciscana estaba dirigida por un italiano, Giovanni da Pian del Carpine, uno de los discípulos de Francisco de Asís, que entonces ya tenía sesenta años. Juan Plano Carpini, como se le conocía en latín, era el custodio de la provincia sajona de la orden, que también incluía Polonia y Chequia. Esto explica que, al emprender su viaje, eligiera compañeros a monjes de estos mismos países: Czesław (o Stefan) de Chequia y Benedykt de Polonia. No sabemos en qué calidad le acompañó Czesław. Benedykt, según sus propias palabras, iba a ser su «compañero de fatigas y de servicio e intérprete». Los investigares siguen debatiendo sobre los idiomas que dominaba. Sin riesgo de error, se puede suponer que, además del polaco, conocía el latín y tal vez el ruteno, aunque no se sabe con exactitud. Sin embargo, no puede suponerse que hablaba el idioma mongol. Aunque más tarde, tras pasar más tiempo entre los mongoles, pudo familiarizarse con su lengua.

El curso de la expedición se conoce en términos generales. Para Plano Carpini, el viaje empezó en Lyon, donde en 1245 asistió al concilio universal. Benedykt se unió a él en Wrocław en primavera del mismo año. El camino continuaba hasta Łęczyca, que era la sede de Konrad Mazowiecki, y luego a través de Włodzimierz Wołyński hasta Kaniów, con una parada en Kiev, que había sido quemada por los mongoles. Al contrario de algunas fuentes escritas, la delegación no pasó por la capital de Małopolska. El duque Boleslao el Casto, que la gobernaba, estaba en disputa con Konrad, por lo que ignoró a sus invitados de honor, aunque la gente adinerada de Cracovia, incluida la duquesa madre, les enviaron algunos regalos.

De camino a Kaniów, los delegados sufrieron frío, hambre, enfermedades y vivieron con el temor de ser atacados por los lituanos, pero todo esto no era nada comparado con lo que les esperaba en la siguiente etapa de la expedición. Comenzó más allá de Kaniów, con el encuentro de los primeros puestos de avanzada mongoles (febrero de 1246). Si sus comandantes hubieran aceptado las cartas que les presentaron, la misión habría terminado allí, pero consideraron que unos delegados tan importantes debían ser llevados ante sus superiores. Y como sus superiores tenían a sus superiores, y los superiores, a sus superiores, al final los delegados se vieron obligados a ir hasta Mongolia. Aceptaron porque se les dio la oportunidad de conocer más de cerca a los mongoles, aunque probablemente a veces lamentaron secretamente su decisión en los días siguientes. Sobre todo, Plano Carpini. No sólo tenía, como todos sabemos, más de sesenta años, sino que también era voluminoso, y aquí estaba viajando por el denominado correo mongol… Era una institución basada en el mismo principio que el pony express en el Salvaje Oeste. El mensajero, u otro viajero autorizado, se desplazaba de estación en estación, cambiando los caballos por otros nuevos. Las estaciones estaban separadas una de otra por unos treinta kilómetros. El jinete recorría estos tramos varias veces al día, más o menos, en función de la urgencia del asunto encomendado. Si a esto se le suma la escasa y poco común alimentación y las sillas de montar incómodas para los europeos, se puede comprender la enormidad del sufrimiento al que fueron sometidos los delegados.

Afortunadamente, el camino llevaba principalmente por las llanuras. Más allá de los montes Urales, que los viajeros evitaron desde el sur, el único macizo montañoso importante era el Altái. Las fuentes no mencionan la cordillera, que podría identificarse con el Changai que se encuentra más lejos. Sin embargo, los delegados tuvieron que pasar por ellos o rodearlos, ya que su destino estaba a las afueras de Changai. Ese destino era la capital del imperio mongol, salvo que el término «capital» debe entenderse específicamente aquí. Como corresponde a una potencia mundial, los mongoles tenían una capital permanente, Karakorum, pero en 1246 sólo tenía once años y no desempeñaba un papel importante. La vida política se centraba en la corte del khan y ésta, según la antigua costumbre, era nómada. Cada uno de sus miembros destacados tenía su orda, o residencia móvil. A los delegados papales les dirigieron a la llamada Orda Amarilla (Sira Orda), que se encontraba entonces a medio día de viaje desde Karakorum. Sin embargo, los delegados no encontraron al gran khan, ya que estaba esencialmente ausente en ese momento: el anterior khan Ögödej había muerto en 1241, y su sucesor Gujuk aún no había sido entronizado. Esto explica la prisa con la que se llevaron a los delegados papales. Junto con otros invitados, iban a honrar la ceremonia pendiente con su presencia.

La estancia en Orda se prolongó debido a las celebraciones. Aunque los delegados llegaron a Orda el 22 de julio, no estaba previsto que khan les recibiera hasta el 11 de noviembre. No hay que añadir que aprovecharon el tiempo de espera, observando todo lo que pudieron. Tras la audiencia, iniciaron el camino de vuelta. Tomando una ruta ya conocida, llegaron al río Volga en mayo de 1247, dos semanas después a Kiev, desde donde viajaron a Lyon. Cabe mencionar un hecho. A lo largo de sus viajes por Europa central, los monjes tuvieron muchas ocasiones de contar sus aventuras, y a veces sus relatos quedaron por escrito. Como veremos, esto dificulta en cierta medida la evaluación de su producción escrita en la actualidad.

En total, los franciscanos permanecieron en el camino durante dos años y medio, recorriendo durante este tiempo más de dieciséis mil kilómetros. Su viaje ya habría merecido la atención como hazaña deportiva, pero había algo más. Aunque los delegados no consiguieron persuadir a los mongoles a cambiar su política, proporcionaron a Europa la primera información objetiva sobre Eurasia central desde la antigüedad. Parece que, por tal hazaña política y militarmente importante, los valientes hermanos recibirían una gran recompensa. Sin embargo, no era tan obvio. Como si fuera poco, parecía que el papa no apreció el esfuerzo de sus delegados. Nombró a Plano Carpini como arzobispo, pero con una justificación desconcertante: «Así que, fiel y buen siervo, porque has permanecido fiel en lo pequeño, te confío lo grande». ¡En lo pequeño! Como si el arriesgado viaje a lo profundo de Asia fuera una trivialidad…

Bendykt, al regresar a Europa, desaparece de la vista. Sólo aparece en las fuentes una vez más, en 1252, como testigo de un milagro en el proceso de canonización de San Estanislao. El hecho de que el documento habla de él está fuera de toda duda. En él, Benedykt es representado como un hermano «que estuvo con los tártaros». Por aquel entonces, en los albores de la década de 1350, era guardián de un monasterio franciscano en algún lugar de Polonia: en Cracovia o Inowrocław. Es donde probablemente hay que buscar su tumba. Sin embargo, no se sabe cuándo murió.

Dudas históricas

Para terminar, unas palabras más sobre su gran expedición. Aunque establecer su cronología no trae problemas, otros detalles del viaje son cuestionables. No sabemos, por ejemplo, cuántas personas participaron en la expedición. Y no se trata de los sirvientes, los diversos perseguidores, sino los monjes que son miembros de la delegación. Por su nombre solo se conoce a Jan Plano Carpini, Benedykt y Czesław de Chequia. Pero debió de haber más viajeros, como se desprende del hecho de que los mensajeros se separaron un par de veces durante el viaje. En los alrededores de Kaniów, el enfermo Czesław se separó de la expedición. Más tarde, cerca del río Volga, los mongoles detuvieron a otro, tal vez por falta de suficientes subdivisiones. Puesto que dos monjes siguieron adelante, debían ser al menos cuatro al inicio del viaje.

En relación con la cuestión anterior está la de la autoría de los relatos escritos que quedaron después de la expedición. Hace unas décadas se conocían dos: «Historia de los mongoles, a los que llamamos tártaros» («Ystoria Mongalorum quos nos Tartaros appellamus») y «Sobre el viaje de los hermanos menores a los tártaros» («De Itinere Fratrum Minorum ad Tartaros»). El primer texto fue escrito por Plano Carpini, la autoría del segundo se atribuye a Benedykt Polak. Como Czesław de Chequia no llegó realmente a la tierra de los mongoles, los investigadores no esperaban descubrir otros relatos. Por lo tanto, su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró otro a mediados del siglo pasado. Se titula «Historia de los tártatos» («Hystoria Tartarorum») y su autor la firmó como C. de Bridia. De las muchas conjeturas formuladas al respecto, la más probable es que se trate de uno de los miembros de la delegación, probablemente más joven, detenido por los mongoles en el Volga. Curiosamente, es el que cita más correctamente las palabras mongolas. Al parecer, tras haber esperado durante meses el regreso de sus compañeros, aprendió el idioma por aburrimiento.

Hablando de estos relatos, que, por cierto, son muy interesantes y es lamentable que hayan quedado ocultos en los archivos durante siglos, hay que rechazar la noción moderna de autoría. Sobre todo, en el caso del texto titulado «Sobre el viaje». Puesto que contiene una frase: «Benedykt Polak nos contó que…», no puede venir de él, sino más bien de Plano Carpini. Por lo tanto, lo que conocemos como el relato escrito por nuestro compatriota es en realidad una compilación creada por copistas desconocidos. Los textos que la componen pueden haber sido diferentes. Es posible, por ejemplo, que, además de los relatos escritos originales de los delegados, se hayan incorporado las anotaciones de sus relatos orales realizados algunas veces en el camino de vuelta. Por lo tanto, es imposible determinar hoy en día lo que específicamente Benedykt quería comunicarnos. Pero ¿tiene importancia? Lo que escribió C. de Bridia o Plano Carpini, podría haberlo escrito Benedykt.

 

Bibliografía:

«Benedykt Polak» [en:] «Polski Słownik Biograficzny» [«Dicionario de Biografías Polaco»], Cracovia 1935.

Chudzikowska J., Jaster J., «Ludzie wielkiej przygody» [«Gente de grandes aventuras»], Varsovia 1955.

Roux J.P., «Średniowiecze szuka drogi w świat» [«Edad Media en busca del camino al mundo»], Varsovia 1969.

«Spotkanie dwóch światów. Stolica Apostolska a świat mongolski w połowie XIII wieku. Relacje powstałe w związku z misją Jana di Piano Carpiniego do Mongołów» [«Encuentro de dos mundos. Capital apostólica y el mundo de los mongoles en la mitad del siglo XIII. Relatos de la misión de Juan di Piano Carpini a las tierras mongolas»], edición: J. Strzelczyk, Poznań 1993.

Tatomir L., «Jan de Plano Karpini i wiek jego» [«Juan de Plano Carpini y su edad»], «Dziennik literacki» [«Diario literario»], no. 8-18, Lviv 1866.

 

Mapa

Miejsce dołączenia do wyprawy mongolskiej, która wyruszyła z Lyonu


Wrocław, Polska

Przystanek na trasie poselstwa do Mongołów


Łęczyca, Polska

Przystanek na trasie poselstwa do Mongołów


Włodzimierz Wołyński, Obwód wołyński, Ukraina

Przystanek na trasie poselstwa do Mongołów


Kijów, Ukraina

Przystanek na trasie poselstwa do Mongołów


Kaniów, Obwód czerkaski, Ukraina

Misjonarze przeszli rzekę Ural od południa


Rzeka Ural

Cel mongolskiej wyprawy Benedykta i Jana Plano Carpiniego, dotarli do Ordy Żółtej (Sira Orda), znajdującej się wówczas o pół dnia drogi od Karakorum


Karakorum, Mongolia

Miejsce rozpoczęcia i zakończenia mongolskiej wyprawy


Lyon, Francja

Jedno z możliwych miejsc pobytu w klasztorze franciszkanów po powrocie z wyprawy


Inowrocław, Polska

Jedno z możliwych miejsc pobytu w klasztorze franciszkanów po powrocie z wyprawy


Kraków, Polska

Na trasie poselstwa do Mongołów


Obwód astrachański, Rosja

Na trasie poselstwa do Mongołów


Urgencz, Uzbekistan

Na trasie poselstwa do Mongołów


Otrar, Kazachstan

Na trasie poselstwa do Mongołów


Hami

Na trasie poselstwa do Mongołów


Siedmiorzecze (historyczny region)